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Transición a las canas (III)
Durante la pandemia, como muchas otras mujeres, había tomado la decisión de dejarme las canas. Estaba segura, quería hacerlo, pero aún tenía que averiguar cómo. No contemplaba la idea de dejar crecer e ir cortando, poco a poco, hasta terminar con todo el cabello teñido, ni tampoco la de cortarme la melena.
Formas de hacer la transición a canas
Aunque dejar crecer el cabello es la forma menos dañina para la hebra, y la más económica para nuestro bolsillo, de hacer la transición, no me parecía una opción posible y ni siquiera sabía que fuese un proceso con su propio nombre. Ahora sé que sí lo es y que se llama transición cold turkey.
Pensaba eso porque era lo que me habían dicho siempre, que cuando te tiñes ya no puedes dejarlo porque «cómo vas a ir durante un año o dos con el pelo de varios colores». Las canas en una parte, lo teñido en otra, el tinte que se va oxidando y poniendo naranja… NO SE PUEDE. NO PUEDES. COMO VAS A IR ASÍ POR LA VIDA.
Tampoco contemplaba la posibilidad de afeitarme la cabeza o hacerme un corte pixie. Aunque veo a muchas mujeres con el cabello muy corto que están atractivas y divinas, yo no me siento bien sin mi melena. Me gusta tener un cierto largo de cabello, me gusta ver mis rizos, me gusta tener volumen. Pero hacerse un corte pixie es también otra buena opción para terminar de un plumazo con la transición a canas. Tampoco daña el cabello y solo cuesta una visita a la peluquería.
¿Entonces qué podía hacer? Pues estaba claro, tenía que teñir el cabello de gris y después dejarlo crecer. Lo que ahora se conoce como grey blending. No me quedaba otra. Sin embargo, mi plan tenía lagunas. Grandes y profundas.
En primer lugar, porque para teñir de gris hay que decolorar y mi pelo rizado no reacciona bien a la decoloración. Es un proceso que modifica la estructura interna del cabello para poder eliminar la melanina natural del cabello y los pigmentos sintéticos del tinte aplicado. En el camino, esta técnica se lleva por delante los enlaces químicos que mantienen la forma del cabello rizado. Normal que mis rizos se resintieran con este proceso. Solo lo había experimentado cuando me había hecho mechas y mi cabello había quedado muy dañado. Sin embargo, ahora pretendía hacerlo en toda la melena.
En segundo lugar, porque llevaba unos cinco años tiñendo de cobrizo, uno de los colores más difíciles de eliminar con la decoloración. A veces, ni siquiera es posible. Mi peluquera me había advertido pero yo no quería asumirlo porque eso implicaba no poder llevar a cabo mi plan.
En tercer lugar, porque mi pelo natural no es gris. Yo creía que sí pero solo tengo gris una pequeña parte alrededor de la cara. El resto de mi cabello es rubio oscuro ligeramente cobrizo. Este es un tema del que hablaremos en otro momento, porque da para escribir largo y tendido. Estoy convencida de que la mayoría de mujeres con canas, mientras nos teñimos, imaginamos que nuestro cabello es mucho más blanco o gris de lo que luego es. Yo no pensaba que mi cabello pudiera no ser completamente gris. En mi cabeza, tenía que serlo.
Mi peluquera me desaconsejó la decoloración total y llevaba toda la razón, pero yo no me convencía. Encontré, buscando en internet, varios salones especialistas en este tipo de cambios a canas decolorando gran parte del cabello. Algunos estaban en otros países, otros en provincias cercanas, pero también había alguno en mi ciudad. Miré sus webs, revisé sus redes sociales y aprendí que no era un proceso para todos los tipos de cabellos. Además, requería de unos cuidados muy especiales después de llevarlo a cabo y una sesión larguísima de peluquería que costaba una cantidad de dinero importante. Dudé si hacerlo o no durante muchos días pero, al final, decidí que mi plan perfecto iba a ser otro. El coste del proceso y el número de horas que había que pasar en el salón, inclinaron la balanza hacia el no.
Pensé que podría pasar varios meses tiñendo cada vez de un cobrizo más claro. Después, varios meses más coloreando de rubio. Luego, hacer varias sesiones de mechas hasta que el cabello estuviera rubio muy claro. Entonces, matizarlo de gris y, por fin, ya podría dejar crecer mis canas. Un grey blending progresivo.
¿Cuánto tiempo iba a llevarme ese proceso hasta empezar a ver crecer mis canas de verdad? Estaba claro que muchos meses, tal vez más de un año. No me importaba, en ese momento no tenía prisa.
Mi pre transición a canas
Me puse manos a la obra el verano de 2020. Durante esa primera etapa de cambio de altura de tinte desde cobrizo medio a un rubio cobrizo muy claro, los mechones más blancos de canas, que tenía y tengo alrededor de la cara, no quedaban bien cubiertos y los cabellos blancos se transparentaban en esas zonas. No me gustaba, no quedaba un tono homogéneo como estaba acostumbrada. Esto pasaba porque al ser un color de tinte tan claro no tenía capacidad de cubrir bien las canas y se apreciaba claramente la diferencia con el resto del cabello que ya había sido teñido muchas veces con un color más oscuro. En la foto lo podéis apreciar:
En la siguiente etapa de tinte rubio (no cobrizo) el color sí quedaba maravilloso los primero días después de la aplicación. Pero aunque la cobertura era perfecta, en cuanto lo lavaba dos veces, el cobrizo reaparecía. Esos pigmentos rojos, que se habían ido acumulando en el cabello durante años, estaban debajo del tinte que acababa de aplicar y en seguida salían a la luz cuando los lavados se llevaban parte de los pigmentos del ultimo tinte aplicado. Por eso, esta etapa duró pocos meses. Muy pronto decidí pedir cita para mi primera sesión de mechas.
La primera y la última. En abril de 2021 me hice algunas mechas y, pocos días después, decidí abortar mi plan. No quería seguir. Mi pelo cada vez estaba peor, más dañado y menos rizado. El color que buscaba no parecía que pudiera llegar a lograrlo nunca (sin antes chamuscar el pelo completamente) y el tiempo que había que pasar en la peluquería en cada sesión me resultaba eterno. La primera sesión de mechas acabó siendo la única y mi verdadera transición a canas empezó ese día. No había sido mi intención, en ningún momento, pero las circunstancias habían determinado que mi transición fuese prácticamente una transición cold turkey (véase la primera foto de esta entrada) y que también durante el tiempo que duró llegara a utilizar la técnica de cortar mi cabello a casi un pixie (véase la segunda foto).
El 19 de abril de 2021 fue la última vez que puse tinte permanente en mi cabello. Tenía 48 años y mi objetivo era llegar a los 50 luciendo una melena silver. Había empezado mi reto silver 50.
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